Hungría en moto III: anécdotas
Historias interesantes sobre aduanas, internet, idioma, moneda o religión ¡lo bonito y lo imprevisible de viajar!
Por tierra
Gúguel de nuevo nos la jugó. No es la primera vez y tampoco resultó un problema en este caso, pero esquivando peajes, autopistas y ferris (eso siempre me hace gracia), nos metió por un tramo de pistas de tierra suelta de esas anchas. Fue durante muy pocos kilómetros, pero ya te digo que tan cargado, tan lejos de casa, con esos neumáticos y esas presiones, la cosa tenía poca gracia. Me hacía ilusión levantar polvo con ese jierraco? pues claro hombre! pero al mismo tiempo la moto iba muy inestable, se movía un poco por los lados, estaba claro que no era su terreno. Aunque ya digo que bajando presiones y ya con neumáticos mixtos la experiencia habría sido otra.
Ah! y si a esto le sumamos que en el depósito había una pegatina que decía que no usara la moto en campo, hacía que no estuviera muy a gusto.
Pero pronto llegamos a la frontera Rumano-Serbia por una de las puertas más pequeñas. Una carretera ya asfaltada nos llevó a pasar dos controles, el de salida de Rumanía y el de entrada de Serbia.
Aduanas
Salida de Rumanía
Yo siempre pienso que las autoridades que vigilan las salidas del país, ya sea en aeropuertos como en carreteras se deben guiar por el dicho “a enemigo que huye puente de plata“, pero al parecer no es así. Que digo yo que si sales de mi casa con 40 kilos de farlopa pues ale, tira y no vuelvas, el problema es que entres con ellos (bueno, esta frase es un poco rara).
En Rumanía no piensan lo mismo, así que nos tuvieron un buen rato inspeccionando pasaportes y haciendo preguntas hasta que uno salió de la garita preguntando si yo había perdido el pasaporte y que hace cuánto tiempo.
– Pues sí, no sé, hace unos años. Pero cuántos. No sé. Cuántos. No sé, dos, tres, cinco? Huy pues yo veo que por los menos hace diez. Bueno, pues sí, serán diez. Pero hombre, no es lo mismo dos que diez. Vamos a ver, es que si yo pierdo el pasaporte voy, lo denuncio y voy a sacar otro. Pero vamos, que tengo aquí el DNI y lo mira. Ah, perfecto, dámelo.
Pues al parecer había una alarma con mi nombre. Se ve que alguien hizo algo con mi antiguo pasaporte o qué se yo. Afortunadamente el DNI nos sacó del bloqueo y nos dejó salir del país. Era una pareja mixta y más maja que las pesetas, aparte del momento complicado de nervios, la verdad es que fueron simpáticos. Entre eso y el perrete que deambula siempre por las aduanas, pasamos el rato.
Entrada a Serbia
Si Pasas de los 40 quizá te pasaría como a mí, que esperaba encontrar en la aduana al mismísimo Radovan Karadžić, el carnicero de los Balcanes. El gracioso de la limpieza étnica que veías en el telediario cómo destruía Yugoslavia y mientras la ONU miraba para otro lado. Es un tema sensible para mí y sobre todo después de la visita a Sarajevo y los Balcanes en general.
Pues ya te digo que como con tantas cosas no podía estar más equivocado. Dos tipos habitaban la caseta de aduanas de la frontera y el paso fue más rápido que picar el bus. Como en las anteriores, pasaportes, certificado de vacunación COVID, un par de chascarrillos y welcome to Serbia!!
Según pasas la frontera por allí son todo campos agrícolas y tractores, aquello parecía Toledo!
Sorpresa de Movistar, pónmelo difícil, guapa
Seguimos por los páramos serbios buscando la gasolinera más cercana, pues estábamos cerca de la reserva. Ese testigo de la GS miente más que habla el cabrón, al principio parece un Fiat Punto diésel y cuando pasas la primera mitad el consumo se dispara, así que ya íbamos con miedito y conducción económica.
Encontramos el pueblo, repostamos y volvemos. Paramos un momento para ver cómo lo hacemos para seguir hacia Subótica y de repente el móvil no funciona. No hay datos, ni wifi ni puñetas. Lo que sí hay son dos SMS de O2 (Movistar) diciendo que he gastado 40€ y que me cortarían a los 60. El segundo mensaje decía que he llegado al límite y que me joda, que no hay más datos.
Al parecer, Serbia no pertenece al selecto grupo de roaming Europa zona 1. Es decir, es Europa pero no para Telefónica, para ellos es Europa Zona 2, razón por la cual no tienes datos, te sale el mega a 10€ según dijo la señorita bandolera. 10€/MB ni la gasolina ni el puto oro tiene esa proporción. Acojonante la situación en la que nos dejaba, vuelta a los 90, apréndete los nombres en alfabeto cirílico de los pueblos por los que has de pasar (tarea fácil, muy intuitivos, como verás) y ya está. No hay problema, sólo que hay que ir parando en cada pueblo y mirando el mapa (lo que se había descargado, a calidad chafa) para ver si vas en la dirección correcta. También podía preguntar, pero la verdad es que se veía muy muy poquita gente.
Pues llegamos como pudimos. Fallo mío no haberlo previsto, pero es que lo decidimos la noche antes.
Solución: sencilla. Cuando vas a un país del que dudas si tendrás acceso a internet. El día antes, cuando tengas wifi o datos te descargas la parte del mapa en la que estés interesado (hablo de Google Maps pero vale cualquier app) y podrás verla siempre en el móvil, ya tengas datos o no. Al día siguiente podrás usarlo como siempre sin pagar el impuesto revolucionario. Haz esto siempre que puedas y ahorras datos para situaciones complicadas.
La comunicación
Mi húngaro está algo oxidado y tampoco soy muy hábil con el rumano ni el serbio, con éste menos aún escrito, que utiliza alfabeto cirílico como el ruso. Muy parecida es mi habilidad con el eslovaco, al menos en Austria se habla alemán, que se parece bastante al inglés, sobre todo escrito porque hablado, ya sabes.
Qué vergüenza que en España no ocurra, pero es que el 90% de los que nos encontramos en cinco países hablaban inglés como Kenneth Branagh. Pero hasta el barrendero de la calle y el del taller del Móstoles aquincense (budapestiense) la gran mayoría como mínimo chapurreaba inglés. Sólo gente mayor o en zonas rurales no turísticas tuvimos problemas para comunicarnos.
Era llegar a un país y buscar cómo se dice “gracias”, ya digo que poco intuitivo el húngaro (köszönöm), rumano (mulțumesc), serbio (xвала вам) y eslovaco (ďakujem).
Cambio de moneda para Hungría a forintos húngaros (florines les llaman los españoles) y unos poco euros a leis rumanos. Tiramos de tarjeta en Serbia y ya Austria y Eslovaquia con euros.
Religión
Hungría es conocido por tener un presidente que odia en general. Odia a los gays, a los inmigrantes y a todo lo que sea europa que no sea su dinero. Pensaba que podría haber un ambiente quizá algo complicado en según qué aspectos o conversaciones. Una vez más erré, cero problemas ni muestras de ese tipo. No sólo Budapest, que es muy parecido a Madrid en cuanto a ciudad moderna y cosmopolita, incluso había un “Gay club Budapest” cerca de una de mis residencias. No es que hubiera un despliegue de muestras de amor homosexual en ninguna parte, pero sí vi alguna cogida de mano que nos llamó la atención por lo que habíamos leído.
Por lo demás y hablando sobre todo de Hungría, que es el país que vimos más a fondo, la gente siempre fue muy amistosa y deseando ayudar. Y en ninguno de los países nos encontramos nada que nos hiciera sospechar hostilidad de ningún tipo. Una vez más, los políticos van por un lado y el pueblo por otro.
Tanto allí como en Rumanía se respira mucha cristiandad, no sólo por el número de iglesias sino por el tipo de esculturas urbanas. Es historia, fue el bastión centro europeo que defendió al mundo cristiano del musulmán, específicamente lucharon contra los turcos entre otros pueblos. Ese origen se manifiesta como tradición que sigue muy inculcada en el arte, la cultura y la vida diaria en general.
Budapest en concreto se diferencia por el tema judío, a raíz del gueto y la matanza de los mismos en la segunda guerra mundial.
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