Máquinas viejas

Llegar al trabajo con la pernera del pantalón salpicada de líquido refrigerante, charquito negro de aceite allá donde aparques, tener siempre en la cabeza alguna reparación que se te ocurrió la última vez que montaste en la moto, etc.

Son esas cosas que ocurren cuando llevas motos viejas. Como mínimo llevas una de esas multiherramientas para los pequeños achaques del día a día, pero si tienes que hacer un viaje más largo la bolsa de herramientas se come casi toda tu parte de equipaje dedicada a vestimenta. Así que toca minimizar en ropa, que siempre se puede lavar de un día para otro pero si te falta algo de repuesto ya no puedes seguir y se te jode el viaje.

Piloto y moto Honda Dominator posando en un camino en Cuenca
Esa sonrisa no la consigue cualquiera

Viendo la tele tu cabeza hace una lista de repuestos y herramientas que necesitas para repararle eso último que viste que fallaba. El drama eterno es la búsqueda infructuosa de recambios descatalogados, repuestos que dejaron de fabricarse hace lustros y lo que queda por ahí ya está a precio de BMW. Razón por la cual no queda otra que optar por hacer ñapas, apaños, soluciones de mayor o menor calidad o bien optar por repuestos de la competencia adaptados a nuestro caso. Quedando igualmente un resultado que depende mucho de nuestro gusto y no siempre de la idea del modelo original.

Consumiendo vídeos de reparaciones, trucos que guardamos en la cabeza por si tenemos que salvar situaciones similares, soluciones McGyver a base de bridas, cinta americana, masilla y WD-40.

BMW R 80 GS aparcada en la calle

Frenos de delante que son casi de attrezzo, toca casi que re aprender a conducir según las manías de cada máquina. Suspensión de chicle, asiendo duro para hombres de los de antes, panel de mandos rudimentario con testigos que apenas se distinguen al sol, pero un motor… vaya motor, qué delicia! esa respuesta vale todo lo justito del resto del equipamiento!

Disfrutando la máquina empiezas a darle vueltas sobre si cambiar componentes para poder confiar más en ella. No da seguridad llevar a tu pareja con esta frenada, al asiento le voy a meter gel y a cambiar el SAE del aceite de la horquilla… o la cambio entera. Cambios sutiles sí, pero cuando empiezas a querer dejar como moderna una moto antigua es cuando empiezan los Frankenstein: puede quedar espectacular o una de esas que ves con pena en Wallapop pensando “pobrecilla, con lo bonita que era de origen…”.

De ahí que una de las opciones más elegidas para el aficionado al motor de antaño sea tener una (o más) máquinas viejas a las que mimar y disfrutar en cortas distancias y luego un moto moderna, de carácter probablemente similar a la antigua, pero con tecnología y equipamiento actual. La moto en la que sacar a la pareja, viajar y confiar, y con suerte llegar a amar casi tanto como a esa máquina vieja que tanta lata te da.

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