Madrid – Soria por campo
Un poco de calorcito en Navidad:
Saliendo desde Madrid con la firme promesa de tocar el menor asfalto posible, ignoramos el calor de mediados de agosto y pusimos rumbo al norte!
Contábamos con dos guías aparte de la ruta en track en el gps. Los tíos son auténticos expertos off road, sendas Husqvarnas 701 iban y venían a su ritmo mientras los demás íbamos dejando kilómetros y polvo atrás como si para ellos el camino fuera diferente.
En un momento dado les veías apostados en un árbol tirándote fotos y al rato volvían a estar delante guiando al grupo, “¿en qué momento me adelantaron?!!“.
Algunos tuvimos ciertos problemas para seguir el ritmo por según qué terrenos 🙂
La foto de arriba muestra uno de los dos tortazos que me llevé. Ese terreno de cantos rodados grandes exige conducir de forma similar a sobre arena fina. Todo el peso atrás y aceleración constante para reducir la presión sobre la rueda delantera y evitar que se hunda.
No era un tramo pequeño el de semejantes pedrolos y, además de la maña, las suspensiones de la KLR son muy dignas pero no trabajan ni de lejos como las de una Husky 701, una KTM 990 o una X Challenge.
Ojo, que no le hecho la culpa a la moto, al final cualquier descuido se paga y me fui al suelo afortunadamente a poca velocidad.
El drama surgió unas 48 horas después, cuando me di cuenta de que en la caída había perdido el manojo de llaves entre las que estaban la de la entrada al garaje, los baúles de la Tiger (con uno lateral enganchado a la moto) y un antirrobo. Muy bien, cojonudo man, bien por ti.
Motos entre la mina abandonada y el lago
Hicimos la ida en una mañana, buen ritmo llevamos. Comimos en Berlanga de Duero, tarde de paseo y cena de vinate. ¡Muy rica por cierto! cenamos en el restaurante ‘Casa Vallecas’, el lugar de más postín del pueblo, ¡hubo que reservar y todo! lo cierto es que no me esperaba la calidad del lugar, una carta diferente y todo buenísimo; encima mezclado con un Azpilicueta y gran compañía, ¡la guinda de la jornada!
Había zonas de barruzo del bueno, algo raro en pleno agosto. Ah, sí! los retrovisores los modifiqué al gusto porque soy así de guay.
Africa Twin varada maniobrando en cuesta
En la foto Francesco pegándose con la Africa Twin 750. Ninguno supimos cómo se metió ahí en una subida. Al final salió sin más problema que mucho esfuerzo y bastantes sudores.
Nuestros amiguetes los guías se hicieron el camino de ida y de vuelta el mismo día, ¡con un par!
Ya se lo sabían y entre la experiencia, las máquinas y la maña, para ellos era poco más que un paseo. Mil gracias por el día!
La vuelta
La vuelta sería al día siguiente con la calma, el día por delante y otra ruta con buenas partes de improvisación que nos llevarían hasta las polvorientísimas pistas de Guadalajara. Coño, las tengo bien pateadas y jamás había visto tanto polvo! Era el tercero y no veía ni la mano delante de la cara!
Africa Twin 750: los tacos de los neumáticos se quedaron por el camino.
Los últimos kilómetros se hicieron largos, muuuy largos. Las pistas anchas de Guadalajara eran interminables y la fatiga se notaba en la conducción. Algunos despistes en la curvas denotaban que todos estábamos cansados.
Cuando llegamos al asfalto fue un triunfo. Aún quedaba algo menos de hora y media de carretera hasta casa, pero ya sabes, más descansado.
Hasta arriba de kilómetros sobre polvo, llega el asfalto: Qué bajón o qué descanso 😀
Destrozados y celebrando la llegada al asfalto!
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