La Rinconada y Navaluenga en Sevenfifty
Navaluenga y el Burguillo, ¡llegó el verano!
Con Navaluenga como destino final, esta excursión mezcla esparcimiento y curveo con baños de pantanos y ríos. Una ruta para tempraneros veraniegos amantes de las curvas y la curiosidad.
La ruta está enfocada al verano, para poder disfrutar de uno o más baños en cualquiera del montón de pequeños accesos a pantanos y ríos que recorre este camino. Por tanto, recomiendo salir tempranito de casa para que no nos pille el calor y sufrir por el camino más que a la vuelta que será más bien inevitable, lo que haría la excursión bastante incómoda y hasta desagradable.
Desayunando “en buena compañía”. Un desayunito correcto es imprescindible en toda buena salida que se precie!
Otro motivo para madrugar es que esta es una zona muy típica de curveo madrileño, por tanto cuanto más tarde más gente vamos a encontrar, y aunque mola cruzarse con motos, el saludo en uve no es siempre devuelto sobre todo porque hay muchos que están muy ocupados yendo a cuchillo, y más vale concentrarse en la conducción que en los saludos, en eso estamos de acuerdo.
El Valle de Iruelas es Zona de Especila Protección para las Aves, Reserva Natural y Lugar de Importancia Comunitaria. Lo que significa que podemos encontrar más de 150 especies de aves y enriquecer tus ojos con unos paisajes increíbles. Además los alrededores son un paraíso motorista, tanto para el que conduce como para el acompañante, ¡y puedes parar y darte un baño casi en cualquier cuneta!
Me quedaría todo el día, pero hay que seguir camino.
Y así llegamos a La Rinconada que, como su propio nombre indica, es el final de camino a no ser que te aventes por caminos de tierra un poco más complicados que los de la imagen.
Tras conversaciones con los locales, toca recular.
Comimos muy bien en La Tabernita de Navaluenga. Muy buena atención, clientes locales y la comida ¡muy rica!
El río que baña a los habitantes del pueblo es una maravilla. Aguas fresquitas, corrientes y con pequeños cortes (cascaditas). También ese puente de cuatro ojos que los niños utilizan para escalar y zambullirse.
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